“Yo camino…
Arrastrando formas y miserias.
Llevo y traigo costumbres y saberes, herencias de neuronas y escalones.
Yo camino…
Cargada de legados y de signos.
Inmersa de sapiencias y de rasgos.
Voy envejeciendo por el tiempo.
Débil y fuerte entre mí todo.
Yo gimo presa del pasado.
Reconociéndome cautiva de antiguos seres que me atan.
Subo y desciendo.
Comienzo y termino.
Hasta llegar a las orillas de las fuentes de saberes que me brotan.
Otros me esperan, lo sé, otros me buscan.
Muchos me habitan ahora y me gritan.
Poderosa me genero y me regenero.
Guardo en mis células mandatos y códigos.
Yo solo camino…
Llena de alegrias.
Lleva de recuerdos.
Llenas de deseos.
Miseria, pequeña.
Débil y frágil, fuerte y poderosa.
Una vez visible, luego la invisible.
Y otra vez soy.
Y otra vez no soy.”
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Este poema es un texto muy distinto a los otros que se han publicado en el blog. Sentimos que es un texto que reconoce a todas las mujeres que están en el catálogo, quizás por qué nos recuerdan de dónde vienen y lo que hoy son, su linaje y su herencia.
Cada textilera está ligadas al campo, a un ecosistema; a una forma de criar sus animales y sus aves, de cultivar su huerta, de conseguir la leña para su estufa o fogón…
Hilanderías, tintoreras, y textileras. Todas madres, abuelas, cuidadoras dedicadas y esposas.
Cuando pensamos en ellas, pensamos en traslado de buses, lanchas u otros vehículos para llegar a sus casas o al pueblo y en los inviernos duros de noches largas y de poca conectividad. Mujeres que hacen lo posible para llegar alguna feria que la municipalidad o algún programa del estado le brindo la oportunidad para vender sus productos, llenas de esperanzas de que esta temporada les ira mejor que la anterior, para así, poder llevar un ingreso a su hogar, en donde muchas de ellas son el principal sustento.
Mujeres resilientes a lo que esta vida les ha dado. Pero a la misma ves versátiles impregnadas de multidimensionalidades qué les ofrece el entorno que habitan y que le entrega los recursos que nutren su vida y su obra a esta mujeres inmensamente creadoras.
Es importante reflexionar que más allá del diagnóstico y la descripción de los procesos involucrados en el arte textil, son sentimientos, emociones, vibraciones, memorias, vivencias, anhelos y proyecciones que estas mujeres me confiaron de forma anónima y que evidencia lo viva que está la cultura campesina rural mapuche.
Gracias a cada una de ellas por enseñarnos que el conocimiento no está en encontrar la fórmula que permita teñir la lana de tal o cual color, sino en comprender un delicado ecosistema natural, un territorio y la cultura en la que se desarrolla esta actividad, guiada por la voz y la mano generosa de mujeres maestras que, a través de sus hilados, teñidos y cada paño de tejido, llevan consigo los hilos de una historia de vida.
Poema: Amasijo de Espíritus – Lykan Kura Ñi Purun (La danza de la piedra) – Faumelisa Manquepillan)
Foto : Erika Salazar Calfuleo